
Ejercicios de resiliencia
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La resiliencia psicológica, la capacidad de hacer frente a la adversidad y de adaptarse a los acontecimientos vitales estresantes, varía mucho de una persona a otra y depende de factores tanto ambientales como personales (1). Se refiere a la adaptación positiva, o la capacidad de mantener la salud mental y física a pesar de participar en situaciones estresantes (2). Sin embargo, la salud mental es más que la ausencia de enfermedades mentales (3). Aunque la resiliencia se considera un “rasgo” en psicología, puede presentarse en distintos grados en diferentes ámbitos de la vida, épocas y entornos (1). Por lo tanto, se ha sugerido que la resiliencia psicológica debe explorarse en grupos de población específicos y en un entorno similar (4).
Los modelos de resiliencia psicológica destacan la combinación de factores fisiológicos, neuroconductuales y psicológicos como contribuyentes significativos a la protección de la resiliencia. Se ha demostrado que los factores psicológicos, como el optimismo (5), la autoeficacia (6), la inteligencia elevada (7) y el uso de estrategias de regulación emocional adaptativas (8-10) contribuyen positivamente a la resiliencia. Además, también se han documentado diferencias de género en la resiliencia y el malestar psicológico, donde los participantes masculinos suelen mostrar mayor resiliencia psicológica que las mujeres, y las mujeres son más vulnerables al malestar psicológico que los hombres (11, 12). Sin embargo, estos resultados son contradictorios; no todos los estudios informaron de diferencias de género consistentes en la resiliencia (13).
Psicología de la resiliencia
El bienestar y la resiliencia son importantes para prevenir la aparición de problemas de salud mental, así como para disminuir la gravedad de los problemas de salud mental existentes. El bienestar y la resiliencia son vitales para el desarrollo de habilidades eficaces de resolución de problemas, la creación y el mantenimiento de relaciones interpersonales y el establecimiento de objetivos realistas, todo lo cual mejora en gran medida la capacidad de una persona para actuar y contribuir de manera significativa en la vida cotidiana.
La buena salud es algo más que la ausencia de enfermedad. Centrarse en el bienestar y en el desarrollo de la resiliencia es importante para establecer un enfoque holístico de la salud, abordando tanto los estados físicos como los psicológicos.
La Organización Mundial de la Salud define el bienestar como “el estado en el que un individuo se da cuenta de sus propias capacidades, puede hacer frente a las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y es capaz de hacer una contribución a su propia comunidad”. El bienestar implica tener una imagen y una estima positivas de sí mismo.
La resiliencia, que está directamente relacionada con el bienestar, consiste en tener la capacidad de afrontar y adaptarse a nuevas situaciones. Tener un sentido de resiliencia y bienestar positivo permite a una persona acercarse a otras personas y situaciones con confianza y optimismo, lo que es especialmente importante para los jóvenes dados los enormes cambios que se producen con la transición a la adolescencia y la edad adulta.
Sinónimo de resiliencia
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La resiliencia es la capacidad de afrontar y recuperarse de los contratiempos. Las personas que mantienen la calma ante un desastre tienen resiliencia. Las personas con resiliencia psicológica son capaces de utilizar sus habilidades y fortalezas para responder a los desafíos de la vida, que pueden incluir los relacionados con:
Las personas con resiliencia no experimentan menos angustia, dolor o ansiedad que otras personas. Por el contrario, utilizan habilidades de afrontamiento saludables para manejar esas dificultades de manera que fomentan la fortaleza y el crecimiento, y a menudo salen más fuertes de lo que eran antes.
La resiliencia representa la capacidad de manejar los contratiempos de la vida y es una representación general de la adaptabilidad. Sin embargo, también hay diferentes tipos de resiliencia, cada uno de los cuales puede influir en la capacidad de una persona para hacer frente a diversas formas de estrés.
Ejemplos de resiliencia
La mayoría de nosotros, si no todos, hemos experimentado una serie de acontecimientos y circunstancias difíciles y perturbadoras en nuestras vidas, como una enfermedad, la muerte de un ser querido, dificultades financieras, un divorcio o factores de estrés relacionados con el trabajo. De esos acontecimientos difíciles y perturbadores se derivan una serie de emociones como la tristeza, la conmoción, la ira, la ansiedad, el sentimiento de desesperanza y la sensación de impotencia.
La resiliencia consiste en recuperarse de las experiencias vitales difíciles o de los desafíos. Desarrollar la resiliencia no es un acontecimiento único. Es un proceso continuo y, a lo largo del mismo, experimentamos dolor y angustia emocional y trabajamos para utilizar estrategias que nos ayuden a afrontar y adaptarnos lo mejor posible a los acontecimientos difíciles.
He aquí algunas estrategias proporcionadas por la Asociación Americana de Psicología. El desarrollo de la resiliencia es individualizado, de modo que una estrategia que puede funcionar para ti puede no funcionar para otro, así que puedes seleccionar las que mejor te funcionen.